"NUNCA DEJES DE SOÑAR"
Llegaba la hora de ir a la cama y al igual que
cada noche, la pequeña Candela, protestaba porque tenía miedo a que todo
quedara oscuro:
-Mamá, déjame una luz encendida, porfa...
-Mamá, déjame una luz encendida, porfa...
-Candela, pero... ¿por qué te da miedo?
-Porque con la luz apagada no veo nada.
-¿Quieres que te cuente un cuento hasta que te
quedes dormida?
-Sí mamá, cuéntame el cuento de Zuli - dijo Candela.
-Sí mamá, cuéntame el cuento de Zuli - dijo Candela.
-Ya
voy.
La voz cálida de su mamá la acompañaba y cuando
se dio cuenta ¡estaba sola en su cama! En algún momento se había
dormido, se había quedado a oscuras. "¡Jolines!" pensó,
tapándose la cara con las manos. Y al hacerlo, vio una tenue luz
anaranjada, se asustó y quitó las manos, otra vez oscuridad.
Fue hacia la puerta para buscar a su mamá
llevando consigo a su osito Pepe. Sin embargo, cuando la abrió, el
pasillo no estaba... ¡Había viajado al mundo de Zuli!
Se adentró en ese maravilloso mundo, un bosque
mágico donde Zuli era un hada de luz que le ayudaría a superar su miedo a la
oscuridad. La pequeña Candela pudo conocer a Zuli su hada favorita.
Esta pequeña tiene una gran misión: conseguir que los niños no tengan miedo a
la oscuridad y se sientan acompañados.
Entonces Zuli quiso ayudar a la pequeña.
Primero de todo, le enseñó un truco para cuando estuviera asustada: concentrarse
para imaginar las lucecitas de nuestro interior.
-"¡Ha funcionado!”, “¡El truco ha
funcionado!"- Le dijo a Zuli.
Ahora se sentía relajada y sin miedo a la
oscuridad porque sabía que tenía luz propia, la luz de Candela.
Candela se despidió agradecida, ya no tenía miedo
de volver sola a su casa. Sin embargo, lo que no sabía es que todavía
tenía una misión que cumplir en ese mundo mágico, debería encontrar a la
libélula mágica para que la guiara hasta su cama. No obstante, esta
clase de libélulas sólo viven en sitios muy, muy oscuros. Así que, para
poder llegar a la cueva de la libélula mágica, Candela debería vagar por el
bosque en busca de diferentes pistas.
Nada más comenzar a caminar, se topó con un beso. Era suave, pequeño y azul. Si respirabas lenta y profundamente podía sentir el cálido aroma de mamá; el ligero olor a violetas de papá y la canela de los pasteles que le hacía su abuela cuando era pequeña. Pero de pronto, sonó un ruido detrás de ella, era el tintineo de Zuli que había venido a ayudarla a encontrar la libélula mágica:
Nada más comenzar a caminar, se topó con un beso. Era suave, pequeño y azul. Si respirabas lenta y profundamente podía sentir el cálido aroma de mamá; el ligero olor a violetas de papá y la canela de los pasteles que le hacía su abuela cuando era pequeña. Pero de pronto, sonó un ruido detrás de ella, era el tintineo de Zuli que había venido a ayudarla a encontrar la libélula mágica:
-"¡Si la libélula querrás encontrar, tú
secreto no tendrás que guardar! ¡Acuérdate! Solo liberando a otros niños del
miedo encontrarás el camino."
Fue así que Candela emprendió el viaje, sabiendo
que debía compartir con otros niños su secreto para dormir solos y sin miedo,
buscando en su interior esa pequeña lucecita resplandeciente. Así que fue
junto con Zuli donde se encontraban todos los miedos inimaginables de todos los
niños, Zuli le dio un fusible y le dijo:
- “Aquí guardarás esa luz que tanto necesitas,
nunca podrá irse si la depositas aquí".
Candela se dio cuenta que en sus manos estaba
emprender la más bella misión, liberar a muchos niños de este miedo interior
que provoca el estar a oscuras.
Y fue cuando vino a su memoria Tina, su mejor
amiga, ella siempre llamaba a Candela para que la hablara hasta que se quedara
dormida y así no sentir miedo.
"Sí, iré” dijo Candela. Se dirigió a
la casa y allí la encontró llorando porque no podía dormir:
-Ummm- Tina dijo - Te he traído un regalo, me he
encontrado con Zuli, el hada de luz. Ella me ayudo a superar mis miedos, así
que intenta imaginar cómo es el hada de la luz. ¿Estás bien?
-No.
- ¿Quieres que te lleve a mi mundo mágico?
Tina aceptó y la llevo para ver a Zuli.
Estaba muy sorprendida y Candela con mucho cariño
le dijo que imaginara una lucecita que era su luz interior, para así no sentir
miedo, Tina lo hizo temerosa, pero lo logró. Ambas se pusieron felices y
sintieron que habían
cumplido
con la misión, pero aún faltaban más que necesitaban ayuda. Zuli les dijo
a Candela y a Tina que continuaran con la misión y las llevó a un
portal donde había muchas puertas de niños que tenían miedo a la oscuridad.
Ambas fueron a ver a un niño, lo encontraron sentado en el piso con la luz
prendida, él se asustó. Tina y Candela le preguntaron por su nombre y les
contestó que se llamaba Andrés. Ellas le dijeron que intentara imaginar una
luz. Los tres se tomaron de sus manitas y comenzaron a brillar
juntos...El miedo que sentía Andrés fue desapareciendo y convirtiéndose en
una hermosa sensación de amor, cada vez brillaba más en la oscuridad de aquella
noche. Las puertas de aquellos niños que no podían dormir comenzaron a
brillar y una dulce melodía comenzó a invadir aquel lugar, y sin darse cuenta,
todos comenzaron a cerrar sus ojos...
Pero un escalofrío recorrió el cuerpo de Tina y Candela. Había algo que no iba del todo bien, una zona de aquel maravilloso mundo mágico seguía oscura. Los niños se agarraron muy fuerte y caminaron hasta la oscuridad, ahora eran valientes y no podían dejar que nada los asustase, debían completar su misión. Pero cuando llegaron, no podían creer lo que estaban viendo. Tina cogió de la mano a Candela como si el contacto con otra piel pudiera liberarla del miedo que sintió al ver aquello, y así era, Tina sentía que parte de su miedo se había ido. Andrés se acercó un poco más, no entendía que significaba aquello, hasta que de repente, la luz de Candela iluminó un poco más el lugar. Eran jaulas, en cuyo interior había besos, abrazos, cosquillas, caricias... "Los salva miedos", los llamó Zuli.
-Por eso os he traído aquí -admitió Zuli -Como veis la oscuridad es muy fuerte, junto al miedo secuestra todo aquello que os puede ayudar a vencerlos.
-Por eso me desperté asustada, porque la
oscuridad me robó el calor de las manos de mi mamá- comprendió Candela.
-Es vuestra luz, tu luz Candela. Es lo único que el miedo y la oscuridad no pueden robar, la luz interior.
-Es vuestra luz, tu luz Candela. Es lo único que el miedo y la oscuridad no pueden robar, la luz interior.
Ahora sí, a cada paso que daban Candela, Tina y Andrés estaban más convencidos de que debían llegar a aquella cueva y encontrar a la libélula mágica. Fue entonces cuando el hada Zuli se preparó para acompañarlos en este largo camino.
Candela, Tina y Andrés estaban decididos a
encontrar la libélula porque querían volver a sus casas y enseñar a
todos los niños como perder el miedo a la oscuridad.
Nuestros protagonistas comenzaron el largo
camino, tenían que atravesar un siniestro bosque, pero ellos sabían que juntos
podrían superar todos sus miedos. De repente, todos los árboles se
comenzaron a mover, las hojas comenzaron a caer y formaron un pequeño
torbellino. Candela escuchó un murmullo que decía: "¡Zuli vengo a
por ti!" Tina y Andrés trataron de proteger a la hadita.
En ese momento del torbellino de hojas apareció el Coco, del fondo de esa
oscuridad profunda, salieron a recibirlos miles de luces titilantes
provenientes de todos los países y lugares del mundo, susurrando cantos
tenues de paz y confianza. Las luces los envolvieron en un dulce remolino
hasta otorgarles el brillo que resplandece como uno solo para ser más
fuertes.
Descubrieron el secreto del brillo interno de cada corazón: conservar titilante la fuerza del amor, un legado que debían defender por siempre, nunca apagar el brillo, ni las voces de los niños.
Los niños, junto a Zuli, siguieron caminando muy
felices. Sabían que ahora tenían algo muy especial, una labor
imprescindible, mantener siempre su brillo y el de los demás. Y para ello,
decidieron ir a un lugar que poca gente se acordaba y que Tina pensó en ese
momento:
- “Quizás deberíamos ir a darle luz a los niños
que tienen necesidades de hambre, juguetes... igual nuestra luz les hace estar
más felices. Y ya lo han dicho las estrellas luminosas, nuestra misión es
mantener fuerte esas voces de todos los niños”.
Y dicho y hecho. Era una labor ingente,
pues eran más niños de los que se habían imaginado... Pero también sabían que
si permanecían juntos podrían conseguirlo. Hubo momentos de cansancio,
momentos de querer dejarlo, pero, entre los tres, se dieron ánimos y
consiguieron llevar la luz a todos los niños. Zuli estaba muy orgullosa
de ellos y por eso los reunió a los tres y les dijo:
- "A partir de ahora tendréis un ayudante en
vuestra labor de mantener la luz de todos los niños y niñas... ¡La libélula
viajera! Con ella viajaréis a los rincones más lejanos. Llegaréis allí
donde se os necesite. Estáis muy cerca de encontrar a la libélula, a
pocos pasos... ¡Dejad brillar vuestra luz y la veréis!”
Los tres amigos decidieron pensar en aquello que
más felices les hacía y entre todas esas cosas encontraron su propia luz, la
luz que les hacía brillar de manera increíble. Y fue así que cuando se
dieron cuenta delante de ellos apareció la libélula que tanto anhelaban y que
había llegado para quedarse a su lado.