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lunes, 1 de abril de 2019

Cuento encadenado.






Era día de reparto en el mercado, Carlo, el repartidor de verduras, iba con mucha prisa.  Tanta, que tres pequeñas verduras cayeron del cesto, eran Lix el puerro, Karri la zanahoria y Radix el rábano.  Tras la caída quedaron aturdidas, pero Lix que era muy aventurera, se levantó y dijo con voz firme:
-"¡Vamos a buscar a nuestras compañeras!"
Decidieron que el primer lugar por donde pasarían, sería por casa de la señora Elna, allí Carlo siempre paraba y seguro que podrían volver a reunirse con él.  Tras convencer a Radix que era el más precavido, se subieron al cesto del triciclo de Luca, el hijo del frutero, esperando que su paseo, pasara por delante de la casa de Elna.  Luca cogió su triciclo y se puso a pedalear como todos los días, pero cuando estaba a punto de llegar a escasos metros de la casa descubrió que alguien muy misterioso le seguía.  Era de un color muy intenso, casi le cegaba la vista con su luz y emitía unos sonidos muy extraños, que causaron a Luca un grandísimo ataque de risa y el caso es que le empezaron a resultar muy familiares... Sin pensarlo, dio la vuelta a la bici y empezó a pedalear en esa dirección. Radix gritó:  -"¡Nos lleva en la dirección equivocada!"
Lix prontamente contestó: -"¡Saltemos de la bici!".
Pero Karri dijo:  -"No podemos, ¡va demasiado rápido!"
Luca iba a toda velocidad con su triciclo, el aire le ponía el pelo hacía atrás y él pedaleaba con todas sus fuerzas con una gran sonrisa en la boca.  Mientras tanto las verduritas estaban abrazadas entre ellas porque no sabían a dónde se dirigían a semejante velocidad.  De pronto Lix dijo:
-"¡Por todos los puerros! ¡Mirad!"
 Y de repente lo vieron, delante de Luca, más allá de sus cabellos, se extendía el campo más amplio, verde y oxigenado que jamás habían visto:
-¡Guauu! ¡Por todos los vegetalines! ¡Queremos vivir acá!- dijeron al unísono.
Y así fue como al llegar a ese paraíso, pensaron en lanzarse al mullido y aromático pasto sin saber que, en aquel bonito, acolchado y verde prado encontrarían a unos pequeños habitantes que más adelante serán descubiertos, pero de lo que sí se percataron, nada más llegar, fue de la variedad de plantas que existían y que nunca habían visto en el huerto del que provenían.
Al ver ese espectáculo Luca aminoró el ritmo de la bici y dijo:
-"¿No habéis oído esas risas?"
Todos los vegetales se miraban y buscaban por la pradera:
-"¿Risas? ¿Qué risas?"-Radix decía -"Yo ya avisé que estábamos en la dirección equivocada, ¿dónde estamos?"
Lix respondió:- "Yo quería saltar de la bici, pero no me hicistéis caso."
Decidieron bajar de la cesta para explorar más de cerca todo aquel paraíso y descubrir de dónde venían esas risas.  Karrii estaba tan ilusionado que al saltar sin pensarlo se tronchó un poco.
-"No me parece buena idea."- dijo Radix
-"Empieza una nueva aventura."-pensó Lix.
Karri tronchado y dolorido empezó  a correr por la gran pradera de verduras y hortalizas, hasta que llegó a un río muy fresco, donde paró a refrescarse.  Allí se encontraron a un nuevo amigo llamado Astor  el calabacín.  Él les contó que estaba investigando un robo.  Había desaparecido el saco de semillas de las acelgas.  Lix, Karvi y Radix no dudaron en ofrecer su ayuda para encontrar al ladrón.
-"¡Vamos verduritas, todos para uno y uno para todos!"- gritaron al unísono.
Y comenzaron la búsqueda uno detrás del otro, y Radix por ser el último de la fila confirmaba lo visto por los anteriores y solo decía:
-"¡Nada por aquí, nada por allá"
De pronto Karri gritó:
-¡Busquemos las semillas en la mochila de Luca!
Lix contestó:
- "¡Tienes razón debe tenerlas él!"
Y se fueron corriendo hacia su triciclo.  Sin pensarlo, Lix se montó sobre Radix y Karri sobre Lix, para poder llegar a la mochila que estaba en la cesta.  Cuando, por fin, Karri había llegado, la tomó con tanta fuerza que ésta se fue directa al prado.  Karri perdió el equilibrio y acabaron rodando.  Después de incorporarse y asegurarse que todas estaban bien,  observaron que con el viento , la mochila de Luca  había ido a parar a una madriguera de donde salió un topo pequeñito, justo antes de que éste pudiera cogerla, apareció Astor el calabacín con un montón de verduras que consiguieron llevarse la bolsa.  Con el bamboleo, del bolsillo de la mochila salió el saquito con las semillas.  Las verduras estaban atónitas, sin embargo, enseguida  vieron aparecer a Luca con  el hombre misterioso del principio que resultó ser... ¡el frutero!
Ese día había cambiado su ruta para acercarse al campo a plantar las semillas de las acelgas (de ahí esa vestimenta tan rara y colorida), con las prisas las había olvidado en  la tienda, por ello su hijo había salido a buscarle.  Ahora, ambos reían, pues de casualidad (o eso creían) se había caído la mochila quedando al descubierto el saco y preparado para ser plantado.  Padre e hijo terminaron de preparar el terreno y colocar las semillas.

Como ya estaba resuelto el misterio, llegaba la hora de irse... sin embargo Radix, Karri y Lix se miraron y  sonrieron, pues los tres habían pensado lo mismo, lo mejor sería que se quedasen en ese prado por si volvían a aparecer nuevos misterios y  para proteger la plantación de acelgas, mientras podrían disfrutar de aquel prado y hacer migas con sus nuevos amigos.

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